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La actual situación derivada de la pandemia de la Covid-19 está dañando gravemente a todos los sectores productivos de nuestra economía. Todos están siendo afectados por las medidas de prevención y confinamiento pero esta afectación es asimétrica dependiendo de las características específicas de cada uno de ellos.
El turismo, motor principal de nuestra economía con el 12,3% del PIB, es uno de los sectores más damnificados por lo que su recuperación es de vital importancia para nuestra economía y mercado de trabajo (representa el 12,7% del empleo).
Desde Red Arrayan nos hemos puesto a trabajar en modificar nuestros planteamientos sobre este sector para adaptarlos al nuevo escenario actual (contención) y futuro (recuperación) que se han abierto a raíz de la pandemia de la COVID-19.
Hemos analizado varios informes y estudios del impacto en el sector turístico para intentar obtener ciertas certezas en esta situación de gran incertidumbre. Creemos que es necesario clarificar todo lo posible la situación a corto plazo. Analizar la capacidad de este sector para subsistir a la situación actual. Por otro lado debemos sentar las bases para, una vez superada la crisis, reactivar la actividad de tal forma que la recuperación sea lo más rápida e incluyente posible.
En este sentido hemos diferenciado nuestra investigación en función del horizonte temporal:
El Turismo Rural a día de hoy es uno de los subsector más expuesto en esta crisis debido al reducido tamaño de las empresas que forman su tejido productivo. Si a escala nacional, en el conjunto del sector, las Pymes representan el 85%, en el turismo rural esta cifra aumenta aún más siendo las microempresas y autónomos la base fundamental del ecosistema empresarial.
Debido a su reducido tamaño, estas empresas no cuentan con los recursos financieros suficientes como para afrontar por sus propios medios un escenario de ingresos cero pero en el que perduran los gastos fijos. Esta desviación produce una importante falta de liquidez a corto plazo. Se han puesto en marcha medidas para limitar estos efectos, centradas principalmente en el aplazamiento de estos gastos. Pero no podemos olvidar que estas medidas únicamente retrasan el problema, no lo solventan.
Sin otro tipo de medidas, estas empresas pueden convertir el problema de liquidez a corto plazo en uno de solvencia en el medio. Una vez reanudada la actividad, la deuda acumulada en este tiempo puede no ser asumible con los ingresos ordinarios y menos con una demanda al ralentí. En este caso nos encontraríamos con un escenario de destrucción del tejido empresarial del turismo rural, un empobrecimiento en la oferta de servicios y por consiguiente una merma en el atractivo de los destinos.
Por ello creemos indispensable un plan específico para el turismo rural. Poner en marcha medidas especiales para proteger nuestros destinos. La coordinación entre los tres sectores ( privado y asociaciones) y a todos los niveles será vital para encontrar las políticas más precisas y la forma más eficiente de aplicarlas.
En el medio plazo, la vuelta a la actividad del sector será paulatina y no podemos perder de vista la posibilidad de retrocesos en la “desescalada”. Aunque a día de hoy sigue sin estar clara la fecha ni el modo preciso de llevarla a cabo, si hay cierto consenso sobre las líneas generales que afectarán a este sector.
El turismo rural y más concretamente el ecoturismo están bien posicionados cómo los subsectores que antes verán la vuelta a la actividad. Esta posición privilegiada dentro del turismo es producto de su modelo basado en la escasa masificación, relación con el aire libre, la seguridad y la sensación de soledad y contacto con la naturaleza. A esto se añade que muy previsiblemente el primer mercado que se abrirá será el de proximidad (regional) por el que se apostará en un primer momento, más tarde el nacional y por último el internacional.
El Ecoturismo será durante un tiempo una de las pocas posibilidades y más seguras de viajar. En primer lugar por las restricciones de movimiento y en segundo lugar por la escasa confianza del consumidor para realizar grandes viajes por los riesgos que conllevan.
En el momento que llegue la reactivación, la realidad del sector ya no volverá a ser la misma que antes de la Pandemia. Es de prever que se impondrán muchos cambios. Algunos de ellos serán temporales, otros permanecerán en el tiempo. Independientemente de la duración de los mismos es imprescindible irlos anticipando, adaptando y preparando su implementación si queremos que la recuperación sea lo más rápida posible.
Antes de esta crisis ya se estaba apuntando, a escala global y nacional, la necesidad de replantearnos el modelo turístico. Lo que antes era una prevención a largo plazo por le insostenibilidad del actual turismo de masas, ahora se ha convertido en una necesidad estratégica para la subsistencia del sector.
Con esta situación ha quedado en evidencia la debilidad de este modelo, muy dependiente de la estacionalidad y del mercado exterior sin un contrapeso estable que pueda sostenerlo con la demanda interna y una oferta potente que cubra todo el año.
Hoy no se puede descartar que en un futuro próximo nos vuelvan a golpear otras crisis, ya sean sanitarias, climáticas o de otra índole. Para poder hacer frente a estas posibles situaciones reduciendo la incidencia en el sector necesitamos hacerlo más resiliente. Diversificar sus apoyos de tal forma que si uno se ve afectado, el resto pueda seguir sosteniéndolo.
El Turismo Rural puede convertirse en uno de estos apoyos, es potencialmente sostenible, puede ofrecer un gran número de experiencias no dependientes de la temporada estival, está enfocado a un perfil interior, es más saludable y seguro, menos masificado y cuenta con un patrimonio natural, social y cultural muy importante.
El potencial del turismo rural como alternativa es evidente pero necesita una apuesta decidida por parte de todos los actores implicados para poder desplegar ese potencial. Requiere de un verdadero plan estratégico integral que aborde sus debilidades. La comercialización, la digitalización, las inversiones públicas y privadas, la cooperación a nivel de destino son algunas de las asignaturas pendientes que debemos resolver urgentemente.
El Turismo Rural y el Ecoturismo tienen mucho potencial sin explotar en nuestro país. Tienen la capacidad de consolidarse como una alternativa sostenible y rentable al actual modelo turístico que además impulse el desarrollo de nuestras zonas rurales. Esta capacidad de aunar desarrollo económico, social y natural hacen de él un sector estratégico a tener muy en cuenta en nuestro futuro como sociedad.
Actualmente y debido a la crisis sanitaria que estamos padeciendo así como a la económica y social que se derivan de ella, este sector presenta serias amenazas que deben ser despejadas lo más rápido posible por todos los que de una manera u otra apostamos por su desarrollo.
Desde Red Arrayan estamos decididos a actuar cuanto antes con las posibilidades que tenemos a nuestro alcance.
La otra cara de este Plan Estratégico consistiría en una estrategia de reposicionamiento del sector para poder encarar en las mejores condiciones posibles la vuelta a la actividad de tal forma que no se desperdicien las ventajas competitivas con las que cuenta nuestro destino y que nos permitan explotar nuestras fortalezas en el medio y largo plazo.
Turincal puede convertirse en el nexo de unión entre los avances en conocimiento aplicado, tanto tecnológicos como empresariales, que se producen entorno al sector turístico y los destinos del medio rural de Castilla y León. Recoger este conocimiento y traducirlo en soluciones reales que se adecuen a las necesidades y características de las diferentes empresas es fundamental para que estas no se queden descolgadas con los grandes cambios que ya se están produciendo en nuestra sociedad.
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